nada

No me detuve, pude sentir una vez más el viento golpeando mi rostro, mi mismo rostro pero diferente, un rostro hinchado y demacrado pero mi espíritu fue joven otra vez, volví a bajar el gran boulevard  de principio a fin, cruce de prisa aquel  gran camino de la serpiente, tenía el vehículo preciso, los frenos de esa bicicleta son como un ancla que detiene ferozmente a cualquier buque. Las llantas con la presión exacta para quemar el asfalto, volví a montar aquella bestia de acero sin ningún temor y sin límites, todos los semáforos para mi son verdes, todos los baches, los malditos baches los salto como un saltamontes nocturnos. Me sentí ágil como una gacela, las enormes bestias que crujen egoístamente ya no me causan temor y la verdad es que nunca lo hicieron, si les tengo un rencor vivo por sus aires absurdos de grandeza y su falta de empatía. Pedaleé a la par de los automóviles y mi motor humano era igual de veloz que su motor de combustión interna. Revivi por un instante aquella euforia con la que salí de casa hace tantos años pero ahora sin miedo al fracaso o a la muerte. Mi cráneo va cubierto por piel y cabello pero no por un casco, ya no importa nada, cualquier error lo pagaré y lo aceptaré.

Antes de comenzar el viaje dije -nada ni nadie me importa ya- y una voz familiar mencionó, si, lo sé, que mal ¿no crees o te sientes orgulloso? -si- respondí  y corregí,  -si esta mal, pero francamente no puedo controlarlo, no depende de mí, es algo que simplemente no puedo sentir y no quiero seguir ocultandolo, simplemente no lo puedo sentir- lo dije aparentemente  con frialdad pero esa no es mi intención... ¿cómo puedo obligarme a sentir algo que en mí no tiene manera de nacer? Así salí a la carretera, sin que nada ni nadie me importara ni siquiera yo mismo... hoy monte una vez más aquella bicicleta que use muchas veces, mi cuerpo no da para mucho, no da para más, no es lo que fue, esa dorada máquina de carne y hueso... ahora quizá ya me importa mi ser aunque sea un poquito por que siento pena y lástima de mí.